No tengo amigas
Antes de despedir el año quiero enviar una última carta para aquellas personas que despiden el año sintiéndose solas.
El otro día leí un hilo en Threads que me rompió el alma. Quise comentar, pero por suerte no lo hice. A veces se me olvida que nadie me ha pedido opinión y que, en ocasiones, darla puede dañar a otras personas.
Nos hemos tomado demasiado al pie de la letra eso de la libertad de expresión y nos pensamos que podemos ir por la vida dando nuestra opinión NO PEDIDA, pero bueno eso es otro debate.
La cosa es que yo también tuve una etapa en mi vida en la que no tenía amigas y nunca lo decía porque si lo haces la gente piensa que hay algo mal en ti y que por eso no tienes amigas. Es como cuando dicen que la gente a la que no le gustan los perros no son de fiar. ¿Y las que comen carne, sí? ¿En serio nos creemos estas cosas?
La realidad es que si no tienes amigas es cierto que hay algo que no estás gestionando bien, pero no por eso eres menos o peor persona que otra. Quizá lo que sucede es que tienes muy claro lo que quieres y lo que no en tu vida y pones límites muy radicales. Quizá exiges demasiado de la gente que te rodeas o quizá tu vida es tan estresante que apenas tienes tiempo para cuidar a tus amistades. O quizá puede ser cualquier otra cosa, pero aferrarse a que no hay nada malo en ti no es la clave.
Probablemente no haya nada de malo en ti, pero es evidente que hay algo que no estás GESTIONANDO bien, porque somos responsables de casi todo lo que nos sucede. Y sé que es duro que alguien te lo diga, porque nuestra primera reacción es la negación. Pero tenemos que empezar a responsabilizarnos de nosotras mismas si queremos crecer como personas.
A lo largo de mi vida he pasado por varias etapas. Estar sola, lo que se dice sola nunca he estado porque siempre he tenido a alguien, pero esa sensación de no encajar, de no tener un grupo de amistades me ha ayudado mucho a conocerme mejor a mí misma. He pasado de no tener amigos a tener demasiados, porque la cantidad me hacía sentir mejor.
Cuando salió a la luz que era una persona de género fluido y me vi de nuevo casi sin amigos, me di cuenta de que aquella cantidad de relaciones que había construido no eran amistades reales y que eran tan frágiles como esas copas que se rompen con el primer brindis.
Desde entonces selecciono muy bien con quién me relaciono, no hay secretos, aunque sea alguien que conozco de un sólo día me muestro tal y como soy. Puedo hablar de cualquier tema sin tapujos y hay gente que se sorprenderá y se alejará y está genial, porque así se «autodescarta» de mi vida, otras querrán quedarse, pero seré soy yo quién decida con quién quiero volver a quedar y con quién no.
No podemos ser amigos de alguien sólo porque esa persona esté sola, por pena, porque no le hacemos ningún favor y tampoco nos lo hacemos a nosotras mismas. Es como si te echaras un novio solo porque un tío te dice que quiere tener pareja y tu le dices: aquí estoy para lo que necesites. No, así no funcionan las relaciones, ni las de pareja, ni las de amistad. Las relaciones se construyen desde otro lugar, uno muy lejos de la necesidad, de la pena o de la exigencia.
Tenemos que ser selectivas, mejor tener pocas amistades, pero reales, autenticas y que nos sumen. Porque si no suman, solo restan, entonces ¿qué sentido tiene?
A día de hoy, entre sacar tiempo para el trabajo, para la casa y para mi relación, me cuesta más ver a mis amistades con la frecuencia con la que lo hacía antes, pero trato de mantenerlas con un wasap de vez cuando, una llamada y un café muy de tanto en tanto. Sé que habrá amistades que se quedarán por el camino, que pensarán: Mira esta, se echa novio y ya se olvida de mí, pues cuando se quede soltera que no me busque. Las que piensan así, me hacen un favor apartándose de mi vida.
Yo he tenido la suerte de encontrar a un gran profesional desde el primer día y mi vida no sería la que es si hace algo más de cinco años no hubiese comenzado a ir a terapia. He crecido mucho como persona y sigo haciendo cada día. Nunca me cansaré de recomendarlo, pero sé que no todo el mundo se lo puede permitir y lamentablemente la psicología en la seguridad social es muy deficiente. Pero para aquellas personas que no tienen los recursos o que aún no están preparadas para dar ese paso, quiero recomendarles este libro Cómo hacer amigos de Dale Carnegie .No te imaginas lo mucho que te puede ayudar, sobre todo, en lo laboral.
Si te ha gustado esta carta, recomiéndala, invita al Reservado a esa amiga o amigo al que sabes que le gustará y disfrutemos juntos.
Feliz año,